Saturday, March 28, 2009

Sólo Netanyahu y Barak pueden hacer frente a Irán - Ari Shavit - Haaretz



El odio por Benjamin Netanyahu va más allá. Proviene de la época en que fue considerado como el anti-Cristo de Yitzhak Rabin y un incentivador indirecto de su asesinato. Continuó en los días en que parecía que la paz estaba al alcance de la mano y sólo Netanyahu llamaba a la prevención. Y aunque posteriormente se pusiera de manifiesto que incluso en ausencia de Netanyahu no había paz, el odio contra él no disminuyó. Simplemente se transformó. La élite israelí predominante aún no le puede perdonar que sea el más elocuente y el más poderoso portavoz de la derecha más sana. En ausencia de paz y ante la inexistencia de una verdadera fe en la paz, Netanyahu sigue alimentando el odio emocional de la tribu de la izquierda.

Pero el odio hacia Ehud Barak no es menos intenso. Se deriva de que Barak fracasó a la hora de satisfacer las expectativas mesiánicas de todos aquellos que apostaron por él después de lograr expulsar a Netanyahu. El odio se incrementó cuando Barak rompió la ilusión de la posibilidad de una paz en estos tiempos de Camp David. Pero inclusive después de que Ehud Olmert y Tzipi Livni demostraran en Annapolis que no era más que una ilusión, el odio hacia Barak no ha disminuido.

Barak es un antiguo kibbutznik que presuntamente cruzó las líneas y esto sólo ha generado un incremento en la hostilidad. La élite israelí sigue siendo incapaz de perdonar al presidente de Avoda (Laboristas) el haber tomado la senda de paz y demostrar que era un callejón sin salida. En ausencia de paz o de verdadera fe en la paz, el odio a Barak se ha convertido en el nuevo centro emocional de la izquierda.

Netanyahu y Barak tienen muchos defectos. Netanyahu es voluble y Barak es complicado. Netanyahu es arrogante y Barak condescendiente. Ambos carecen de inteligencia emocional y la política les ha embotado los sentidos. Sin embargo, los verdaderos Netanyahu y Barak no tienen nada en común con los dos detestados espantapájaros que fueron arrojados al fuego esta semana. A pesar de todas sus deficiencias, los dos dirigentes vieron claramente la realidad de la década de 1990, y también ahora ven como son las cosas hoy en día. Si consiguen reparar sus errores del pasado y trabajar juntos, tienen una buena oportunidad de sorprendernos.

La misión inmediata de Netanyahu y Barak misión es Irán. El designado primer ministro y el ministro de Defensa no tienen mucho tiempo. En algunos meses tienen que hacer lo que no se ha hecho durante años, reclutar a la comunidad internacional para que imponga un asedio económico-diplomático a los ayatolas de Teherán. Se considera que la visita de Barak a la Oficina Oval de Obama, en lugar de Avigdor Lieberman, mejorará considerablemente el poder de persuasión de Netanyahu. Pero si sucede que los Estados Unidos no estén dispuestos a tomar la sartén por el mango, Netanyahu y Barak tendrán que preparar a Israel para duros escenarios. Nadie dentro de Israel es más adecuado y capaz para este liderazgo.

La otra misión de los dos es la economía. En poco tiempo, Israel se enfrentará al iceberg de la deuda y de los grandes problemas, junto a una ola de despidos masivos. Tener a Netanyahu, Barak y Ofer Eini al frente de la campaña económica es muy significativo. Permitirá una prudente, armónica y decidida dedicación, proporcionando a Israel las mejores posibilidades para sobrevivir a la tormenta económica sin ahogarse.

Los resultados de las elecciones de 2009 han sido una pesadilla. Le dieron a la derecha una sólida mayoría, pero permitió que el ala derecha pudiera llegar a impedir las decisiones del jefe de fila de ese sector. Netanyahu ha sabido navegar ante esas amenazas.

Logró evitar que caer en la trampa de un gobierno de visión estrecha, sombrío y sin esperanzas. La decisión de Barak de unirse a Netanyahu fue bastante problemática, pero en última instancia, y en estas circunstancias, Barak ha actuado con sensatez y valentía.

Mientras que Livni y sus seguidores se han recubierto de una estéril autosuficicencia, Netanyahu y Barak han actuado con madurez.

Los dos hombres más odiados de la política israelí demuestran una vez más que son mucho más serios y serenos que los que les detestan.

En este momento, Netanyahu y Barak son los únicos adultos responsables.

Por lo tanto, el pacto final entre ambos no es una mala, sino una buena noticia. Después de muchos años de liderazgo estúpido, finalmente algo con fondo y sustancia se ofrece a Israel.

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