Friday, May 03, 2013

Deslegitimando la fundación de Israel - Robert Werdine - Times of Israel



Es natural que el 65º aniversario de la primera guerra árabe-israelí (Guerra de la independencia para los ganadores, la Nakba para los perdedores) podría ocasionar algunas retrospectivas bastante provocativas sobre el tema, y es una certeza que no habremos visto la última de ellas (habrá que esperar al "Nakba Day"). Cualquiera que haya leído los artículos de Yousef Munayyer en la sección Open Zion de Peter Beinart, tendrá pocos problemas para discernir su firme convicción de que Israel es un estado colonialista, racista, de apartheid, que ha asesinado, oprimido y limpiado étnicamente en su camino hacia la estatalidad, y que sólo planifica más de lo mismo para el futuro.

En un artículo reciente, Munayyer daba a luz lo que podría denominarse como la auténtica versión BDS (Boicot, Desinversión, Sanción) de la fundación de Israel: varios meses después de la aprobación del plan de partición, a finales de marzo de 1948, los sionistas, temiendo la ruina de su "proyecto colonial", tomaron el asunto en sus propias manos cuando Estados Unidos anunciaron una retirada de su apoyo para el plan de partición de la ONU:
"Si la comunidad internacional no otorgaba a los sionistas un Estado propio en Palestina a expensas de los nativos, los sionistas estaban decididos a tomarlo por la fuerza. La movilización fue clave. Fue durante este período que la actividad militante sionista, tanto de la Haganá como del Irgún, incrementó en agresividad". 
Según Munayyer, el medio por el cual este vil acto de agresión se llevó a cabo fue el Plan Dalet de la Haganah, al que Munayyer denomina "el plan militar para la conquista de Palestina... adoptado por los sionistas".

Por lo tanto, según el relato de Munayyer fueron los sionistas quienes temiendo el fracaso de su "empresa colonial", perturbaron sin motivo la paz y la armonía hasta entonces imperante en
Palestina, y apresurándose para expulsar a la población árabe, atacaron “mayoritariamente a una población civil que tenía pocas posibilidades frente a la muy organizada fuerza de combate de los sionistas”, con el resultado de despoblar cerca de 200 ciudades y pueblos árabes, y poner en fuga a unos 400.000 refugiados árabes. Todo esto, señala Munayyer, tuvo lugar antes de la invasión pan-árabe del 15 de mayo de 1948.

La historia de la desposesión planificada de los árabes de Palestina por el Yishuv es, por supuesto, una muy familiar y vieja historia, y el relato de Munayyer encaja con las espeluznantes y paranoicas imágenes de costumbre, con su histérico antisionismo. Porque así, de forma expurgada, es la narración de la Nakba: una que retrata el Estado judío llevando a cabo una guerra de agresión no provocada, y una limpieza étnica y una expansión territorial contra un pueblo palestino mera víctima indefensa.

Esta narrativa ha ido ganando terreno en algunos sectores antes improbables en los últimos tiempos. Frases como la "violación de Palestina" y la "limpieza étnica de Palestina" se han convertido en algo común en ciertos círculos académicos e incluso diplomáticos, con activistas estudiantiles promocionando recientemente la nueva narrativa e incluso interrumpiendo las clases donde se imparte información sobre el conflicto en colegios y universidades de todo el país. Se de una vigilancia que no desfallece ante su lucha contra la "negación de la Nakba".

De hecho, en la "La limpieza étnica de Palestina" (2006), su obra de referencia del historiador antisionista israelí Ilan Pappe, la guerra librada en Palestina en los 5 meses y medio después de la aprobación de la resolución de las Naciones Unidas - la que daba lugar a la creación de un Estado judío y un Estado árabe en Palestina -, es prácticamente invisible. Realmente no se narra la guerra durante ese periodo, sólo hay un largo catálogo de agresiones judías, de expulsiones, de robos de tierras y de depravación desenfrenada.

Pero la narrativa de los Pappe-Munayyer sobre la Nakba no es más que un cuento de hadas, por citar su distorsión increíblemente descarada de los registros históricos. La verdad es que entre la aprobación de la partición el 30 de noviembre de 1947 y el 2 de abril de 1948, las diferentes milicias árabes y palestinas lanzaron continuos ataques por medio de compañías de milicianos (de 80 a 225 personas) y batallones de tamaño medio (300 a 1.200 soldados) contra el vecindario de Efal en las afueras de Tel-Aviv (4 de diciembre), contra el barrio Hatikva de Tel-Aviv (8 y 10 de diciembre), contra la Jerusalén judía (10 de diciembre), contra un importante convoy en Ben-Shemen (14 de diciembre), contra diversos asentamientos como Kfar Yavetz (27 de diciembre ), Kfar-Szold (10 de enero), Kfar Uríah (11 de enero), y el 14 de enero, una milicia palestina atacó el Etzion Bloc cosechando muchas bajas, pero en los siguientes dos días acabando con un pelotón de 35 combatientes judíos enviados como refuerzo, y cuyos cuerpos fueron brutalmente mutilados.

El Ejército de Liberación Árabe también atacó los asentamientos judíos de Yechiam (20 de enero), Tirat Svi (16 de febrero), Magdiel (2 de marzo), Ramot Naftali (4 de marzo), y las milicias árabes también tuvieron éxito en emboscadas contra tres convoyes judíos el 27, 28 y 31 de marzo 1948.

En resumen, no menos de doce agresiones militares y a escala de batallón contra los asentamientos judíos, el sabotaje exitoso de varios importantes convoyes, por no mencionar los cerca de cuarenta y un ataques terroristas individuales y bombardeos sobre objetivos judíos urbanos  - 6 en diciembre, 9 en enero y 13 en febrero y en marzo – que ocasionaron el asesinato de unos 295 civiles judíos.

En los cuatro meses entre la aprobación de la partición y el final de marzo de 1948, la Yishuv había sufrido las bajas de unos 1.000 soldados y civiles muertos, siendo estos últimos la mayoría.

La Haganah durante este período (30 de Noviembre de 1947 al 2 de abril de 1948), adoptó una postura de "defensa agresiva". La política, tal como se desarrolló, fue una política de represalias por los ataques individuales contra la Yishuv, pero evitando ataques a gran escala que pudieran elevar el nivel y el volumen de las hostilidades. Ciertamente, las milicias de Stern y del Irgun estaban ocupadas durante este período en atentados individuales y en actos de represalia, pero simplemente no existió una actividad militar a gran escala por parte de la Haganá durante este período.

De hecho, un vistazo a esa época rememorada por Munayyer (marzo de 1948), muestra que la situación, lejos de contener cualquier aumento de la "actividad militar sionista", muestra como el esfuerzo de la guerra árabe-israelí contra la Yishuv marchaba a toda velocidad.

El 17 de marzo de 1948, un artículo del NY Times subrayaba el aumento de la actividad militar árabe en el triángulo Nablus-Tulkharm-Jenin, diciendo que "se había divulgado que la fuerza del ejército había llegado a los 8.000 hombres, y aún más llegando diariamente". También registraba que Abd al-Qader al-Husayni, el comandante designado por el Mufti para el frente de Jerusalén y para el Jaysh al-Jihad al-Muqaddas ("El Ejército de la Guerra Santa") había afirmado que "no estaba dispuesto a considerar una tregua bajo ninguna circunstancia".

Mientras, Fawzi al-Qawuqji, el comandante del Ejército de Liberación Árabe (ALA), le dijo a Al-Ahram el 9 de marzo de 1948 que el ALA estaba luchando por "la derrota de la partición y la aniquilación de los sionistas".

El propio Muftí le contaba al diario de Jaffa Al Sarih, el 10 de marzo de 1948, que prevenir la partición no era suficiente, y que "seguirá luchando hasta que los sionistas fueron aniquilados y toda Palestina se convierta en un estado puramente árabe".

Los sentimientos expresados anteriormente por al-Qawuqji el 9 de marzo, el Mufti el 10 de marzo, y por Abd al-Qader al-Husayni el 17 de marzo, daban voz y expresión a la confianza muy fundada entre los árabes de que estaban ganando la guerra contra la Yishuv en esa etapa. Esta también era la opinión de consenso entre la comunidad internacional en esos momento, como mostraban las páginas editoriales del Times de Londres, The Guardian y el New Statesman - todos los cuales hoy en día no defenderían ni por asomo el Estado judío en parecida tesitura -, los cuelas solicitaban a los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos que intervinieran con mayor decisión en el conflicto para rescatar a la Yishuv de su desesperada situación en esos momentos. Un informe británico de finales de marzo decía lo siguiente:
"La intensificación de los ataques árabes a las comunicaciones y en particular el fracaso de los convoyes de Kfar Etzion (marzo 27-28), probablemente la unidad de transporte más fuerte de la Yishuv, obligándolos a regresar. ha dado lugar a la precaria situación de las comunidades judías, grandes y pequeñas, que ahora dependerán de las líneas de suministro que atraviesan un país controlado por los árabes. En particular, ahora se dan cuenta de que es probable que la posición de los judíos de Jerusalén después del 16 de mayo sea desesperada, y donde ya existe escasez de alimentos".
Y otro de abril realizaba similares comentarios:
"Cada vez es más evidente que la Yishuv y sus líderes están profundamente preocupados por el futuro. Los 100.000 judíos de Jerusalén se ven relegados a ser rescatados y es dudoso que el bloqueo económico árabe de la ciudad pueda ser roto solamente con las propias fuerzas judías. Si los líderes judíos no están dispuestos a sacrificar a los 100.000 judíos de Jerusalén, entonces deberán reconocer, de mala gana, que los árabes han ganado la segunda ronda de una lucha que se inició con una victoria judía durante la primera ronda el 29 de noviembre". 
Ésta era entonces la situación de desamparo de la Yishuv a principios de abril de 1948. Tras el éxito de la última emboscada contra un convoy judío que se dirigía a Jerusalén el 31 de marzo, su situación era precaria por no decir menos. El sabotaje de los convoyes iba en aumento, el estrangulamiento de las vías y de las arterias de comunicaciones entre las comunidades dispersas de la Yishuv se agudizaba, incrementándose la escasez de productos básicos y de armas dentro de Jerusalén, mientras el cerco alrededor de la ciudad se agudizaba. Cuando el representante americano de la ONU Warren Austin anunció a finales de marzo que la guerra en Palestina “demostraba que la partición era imposible”, todo ello parecía indicar un retroceso en el apoyo norteamericano que sólo agregaba oscuridad y una desmoralización creciente a la Yishuv.

Como Benny Morris escribió:
"Dado el estado de la Yishuv después de las terribles pérdidas a lo largo de las rutas y vías de comunicación, no existía otra opción: o se lanzaba a la ofensiva, o perdería la Jerusalén judía, y, tal vez, la guerra".
El Plan Dalet de la Haganá fue originalmente concebido como una operación militar que intentaba consolidar un perímetro defensivo entre todas las comunidades judías de Palestina, desde Galilea hacia el sur hasta el Negev, en preparación de la esperada invasión pan-árabe que se esperaba que siguiera a la retirada de los británicos el 15 de mayo.

Pero la urgencia de la situación no podía permitir esperar hasta mayo. En la Jerusalén judía, la escasez de agua y de electricidad era observada con satisfacción por el Alto Comando árabe en Damasco. El 28 de marzo de 1948, el NY Herald Tribune informaba que Hussein Khalidi, el secretario del Alto Comité Ejecutivo Árabe de Palestina, consideraba con desprecio "lo que calificó como los repentinos esfuerzos judíos por conseguir que una fuerza internacional protegiera los santuarios judíos de Tierra Santa", y que esto era "debido a la comprensión por parte judía de que no podían proteger a sus 100.000 habitantes en Jerusalén".

Además, en contraste con el actual bloqueo naval de Gaza donde el flujo de suministros humanitarios corre en abundancia, un informe británico del momento informaba de las palabras del Alto Comité árabe:
"Declaró con orgullo que nos hemos negado a prestar atención a la petición del Alto Comisionado [británico] para que columnas de suministro para los judíos entren en la ciudad, incluso con la condición de que fueran inspeccionadas por las fuerzas árabes".
Fue en respuesta a esta emergencia suprema que el Haganah concibió la Operación Nachshon, cuyo objetivo sería la apertura y mantenimiento de la carretera de Jerusalén. la cual comprendía el largo extremo oriental de la carretera que unía Tel Aviv y Jerusalén. En palabras del jefe del Alto Mando, "la ansiedad ha dado luz al atrevimiento, y éste a la Operación Nachshon". Al percatarse de la insuficiencia de una pequeña operación llevada a cabo por pequeñas unidades para lograr dicha tarea, la Haganah lanzó su primer ataque en la guerra con un número tropas similar a las de una brigada.

En la noche del 2-3 abril de 1948, una compañía del Palmach se apoderó de la aldea de montaña de al-Qastal, a unos 3 kilómetros al oeste de Jerusalén, lográndolo con poca resistencia. En la noche del 4 de abril, un destacamento de la brigada Giv'ati atacó y bombardeó la sede fortificada de Hasan Salame, el comandante palestino del Frente de Lydda en Ramle. Salame resultó ileso, pero 17 de sus hombres murieron en la lucha y su reputación sufrió un duro golpe, al igual que la moral árabe.

Unos días más tarde, estalló de nuevo la lucha en torno a al-Qastal. Ambos lados se dieron cuenta de la importancia estratégica de la villa: desde allí se podían controlar los accesos occidentales a Jerusalén. La lucha fue intensa, y el pueblo cambió de manos varias veces durante los siguientes días de lucha entre el Palmach y las fuerzas de las milicias árabes bajo el mando de Abd al-Qader al-Husayni, posiblemente uno de los jefes militares más capaces de los árabes durante toda la guerra. Fue Abd al-Qader quien provocó la movilización de los asentamientos judíos atacando los caminos y las rutas de comunicación, y el que tanto había hecho para poner a la Yishuv en una situación desesperada hasta esos momentos.

Su muerte en la batalla de al-Qastal fue un duro golpe para la dirección y la moral de todo el esfuerzo bélico árabe/palestino, similar a lo que representó la muerte de Stonewall Jackson para
la Confederación durante la Guerra Civil Americana, y es que Jackson era insustituible, tanto por su carisma como por su capacidad.

La muerte de Abd al-Qader al-Husayni y la pérdida de al-Qastal, la derrota de Salame en Ramle, las derrotas sufridas por las fuerzas árabes en los pueblos de los alrededores a lo largo de la carretera entre Jerusalén y otros lugares, por no mencionar el pánico provocado por la histérica propaganda árabe desatada tras el ataque y matanza acontecida en Deir Yassin, todo ello preparó el escenario para la desmoralización y el deterioro continuo de los esfuerzos bélicos árabes/palestinos, por no hablar de la sociedad árabe palestina en general, y esto llevó a que el flujo de refugiados aumentara a medida que la guerra se intensificó y se llevó a cabo pueblo tras pueblo.

Yoav Gelber, un historiador israelí, realizó una observación muy aguda sobre la historiografía árabe de la Guerra de 1948:
"Los eruditos árabes apenas han tratado de averiguar lo que realmente ocurrió en esa guerra. En cambio, han argumentado en gran medida sobre la justicia de su propia causa y la ilegitimidad de los argumentos israelíes. En estas discusiones, la cronología exacta, las fuentes confiables y los argumentos precisos, han sido marginados".
Es verdad, la Operación Nachshon (2 abril-15 abril), fue la primera de las varias operaciones de contraofensiva lanzadas por la Haganah trazadas en el Plan Dalet contra las milicias árabes y palestinas antes del 15 de mayo, pero no fue una campaña pensada, sino circunstancialmente, de limpieza étnica y de conquista, tal como es interpretada por gente como Ilan Pappe, Walid Khalidi y Yousef Munayyer, sino que trataba de paliar una grave situación de deterioro y una amenaza grave y existencial para la Yishuv.

Más que cualquier otra cosa, la Operación Nachshon fue el crisol en el que la Yishuv de Palestina se forjó en el Estado de Israel. Al ver la Jerusalén judía rodeada y sitiada, al borde de la hambruna y el colapso, y con las rutas y caminos entre los asentamientos siendo saboteados y estrangulados, y después de sufrir cerca de cuatro meses de incesantes ataques, la asediada Yishuv finalmente pasó a la ofensiva con la Operación Nachshon, haciendo retroceder y derrotando a las milicias árabes, abriendo el camino a Jerusalén y transformando una serie de asentamientos vulnerables, tenuemente conectados y cuya defensa sería una pesadilla para cualquiera, en una entidad defendible capaz de resistir la inminente invasión pan-árabe.

La Yishuv pasó al ataque en respuesta a esta amenaza, y sólo en respuesta a esta, y en adelante eligió sobrevivir en lugar de perecer.


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