Thursday, July 25, 2013

Los antisionistas afirman ser completamente diferentes de los antisemitas. Pero hay una asunto clave que tienen en común - Brendan O'Neill - Telegraph


El judío e Israel como Judas

El golpe de “látigo” de Nick Clegg (el líder del Partido Liberal-Demócrata y miembro destacado del gobierno británico) contra el diputado de su partido David Ward (diputado por Bradford, población con una gran población emigrante y musulmana)  volverá a encender el debate sobre si existe una diferencia entre el antisionismo y el antisemitismo.

En enero de este año, Mr. Ward se encontró en el centro de una tormenta mediática cuando, en la víspera del Día del Holocausto, arremetió contra "los judíos" por su crueldad hacia los palestinos. Pero es que en sus más recientes declaraciones sobre el sionismo Mr. Ward ha vuelto a llamar a la puerta de Clegg. Mr. Ward tuiteó la noche del sábado: "¿Me equivoco o estoy en lo cierto? Por fin los sionistas están perdiendo la batalla. ¿Cuánto tiempo podrá continuar el Estado del apartheid de Israel".

Algunos argumentan que criticar al sionismo y a Israel representa una cosa totalmente legítima y que no es ni remotamente comparable a expresar desprecio o repugnancia por "los judíos", por lo que si Mr. Ward debiera ser castigado por algo debería ser por sus anteriores y muy poco fiables comentarios acerca de "los judíos", pero no por su parloteo sobre el sionismo.

Tengo cierta simpatía por este punto de vista, pero ya no tanto como pude haberlo tenido en el pasado. Creo que la línea entre el antisionismo y el antisemitismo es cada vez más delgada. Si obviamente Estas dos visiones del mundo no son la misma cosa, por lo menos son primos muy cercanos. Hay una cosa ineludible que tienen en común: la tendencia a rastrear todos los problemas e inestabilidades globales como consecuencia de la conducta, las características y las creencias de cualquier ente o cosa judía, ya sea el pueblo judío o el Estado judío.

Hoy en día, el antisionismo, en particular el practicado por los izquierdistas europeos, está muy de moda, y es el heredero de esa otra moda anterior y muy exitosa que fue el antisemitismo al viejo estilo, destacando ambas en un elemento muy importante: tienen el peligrosos hábito de tratar las cosas judías o al pueblo judío como el origen de los males del mundo.

Lo que más llama la atención de los modernos aborrecedores de Israel es su convicción de que Israel no es sólo un estado que a veces lucha en guerras, tal como por ejemplo también hacen Estados Unidos y Gran Bretaña, sino lo que es más importante es un estado que corrompe la política global. Es común escuchar como los izquierdistas radicales sostienen que Israel es el instigador secreto de la mayoría de las guerras en el mundo, en particular las de Irak y Afganistán, diciéndonos que fueron lanzadas por Washington y Londres a petición de Israel.

En palabras de John Mearsheimer y Stephen Walt, los autores de “El lobby israelí y la política exterior de EEUU”, si no fuera por la influencia insidiosa de los agentes de Israel en Washington "América no estaría hoy en Irak". Los antisionistas siempre hablan de un "lobby israelí" que, al parecer no solo fue la punta de lanza de toda la guerra contra el terrorismo, sino que ahora está  "promoviendo como un cowboy imprudente una guerra contra Irán". Tan extendida está la idea de que Israel es el culpable de todo lo que huele a podrido en este mundo, que hace unos años una encuesta realizada a los europeos encontró que una mayoría de ellos piensa que Israel es "la mayor amenaza para la paz mundial" . Por supuesto, los árabes también creen que Israel es la mayor amenaza para la la paz mundial. Gracias a ello, cuando esta gente se refiere a Israel utiliza regularmente latiguillos como “Estado delincuente, o criminal, o loco", acusándole de estar actuando de manera "peligrosamente errática", amenazando con más guerras regionales y más tensiones mundiales. En resumen, lo contemplan como “la fuente de veneno global”.

Estos obsesivos aborrecedores de Israel suelen decir: "Ah, nosotros estamos criticando a un estado, no a un pueblo. Estamos atacando a la entidad sionista, no a los judíos". Maravilloso, excepto que su crítica del sionismo tiene ecos no demasiado disimulados de anteriores expresiones de odio hacia los judíos, sobre todo en el sentido de que en los dos casos se trata de encontrar una cosa, preferente y normalmente una cosa judía, que puede ser hecha responsable o culpada de causar todo tipo de problemas globales muy complejos.

En el debate público moderno, el término "sionismo (o sionistas)" parece haber reemplazado simplemente a ese otro anterior de "los judíos", como esa cosa (o esos individuos) a la podríamos señalar y decir: "Es culpa suya".

Esa es la razón por la que las modernas representaciones de Israel a menudo se parecen mucho a las representaciones del viejo mundo de los judíos, como cuando el diario izquierdista Guardián caricaturizada recientemente a los líderes israelíes como a unos titiriteros que manejaban los asuntos mundiales.

A finales del siglo XIX y principios del XX, particularmente, algunos europeos que se sentían amenazados por el rápido ritmo de cambio de vida y por la inestabilidad en la emergente sociedad capitalista, volcaron su furia contra los judíos, culpándolos irracionalmente de ser la fuente de esas tendencias modernizadoras. Así "los judíos" se convirtieron en la explicación preferida, en el  cajón de sastre, de todo lo malo o extraño existente para todas esas personas que no podían encontrar otras explicaciones para ello.

Un marxista alemán se refirió a este antisemitismo de la izquierda como "el socialismo de los tontos". Hoy en día, por lo mismo, por adjudicar y arrojar la culpa de todos los conflictos y problemas mundiales a los pies del sionismo y de Israel, podemos hablar del antisionismo como del “antiimperialismo de los necios".

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