Saturday, August 19, 2017

Destruir un estado, no construir uno - Dr. Reuven Berko - Israel Hayom



El jeque Raed Salah del Movimiento Islámico, cuyo centro neurálgico se encuentra en la ciudad de Umm al-Fahm, en el noreste de Israel, fue arrestado esta semana por enésima vez después de incitar al derramamiento de sangre por la mezquita Al-Aqsa. Esta actividad, junto con la subversión de muchos miembros de alto rango de la Lista Árabe Común, puso de relieve el papel central de la ciudad como un semillero de terroristas y reclutas del Estado islámico, la mayoría de los cuales pertenecen al clan Jabarin - tres de los cuales fueron responsables del asesinato de dos policías fronterizos en Al Aqsa el 14 de julio -.

No hay diferencia entre el movimiento de Salah y otras organizaciones terroristas islámicas en todo el mundo. Todas ellas operan de acuerdo con la interpretación del Islam de la Hermandad Musulmana, y su mensaje es claro: aniquilar a las minorías, judíos y cristianos; violación y destrucción de sinagogas, iglesias y mezquitas no sunitas. El código operacional de Salah pedía que el modelo del Estado Islámico se trasladara de Raqqa, en Siria, a Israel. Se suponía que Umm al-Fahm se convertiría en una ciudad aislada militante a partir de la cual se lanzarían las acciones, y se suponía que Jerusalén se parecería al Damasco arruinado. Podemos echar una mirada a ese escenario en los funerales de los asesinos de Al-Aqsa, y de los terroristas y voluntarios del estado islámico de Umm al-Fahm que fueron criados con una dieta de violencia alimentada por Salah y su gente.

Uno de los propósitos principales del proyecto de ley del Estado-nación es impedir que la democracia sea dinamitada con fines de subversión e incitación, y que provienen tanto de los islamistas como del ala política del liderazgo árabe israelí. El proyecto de ley tiene como objetivo proteger la identidad del país y protegerlo de quienes lo odian.

Como representante de aquellos que buscan borrar a Israel del mapa regional y convertirlo en otra Palestina como la Franja de Gaza, Cisjordania y Jordania, el diputado árabe Yousef Jabareen, de Umm al-Fahm, ha tomado una postura en contra del proyecto de ley. En un documento legal, Jabareen argumentaba que "el proyecto de ley aumenta la desigualdad entre las poblaciones [judía y árabe], y subyuga a la minoría árabe a los intereses de la mayoría judía, ignorando los lazos del pueblo palestino con su patria de nacimiento. El proyecto de ley pone en duda la legitimidad de Israel como democracia en Israel y en el extranjero".

Resulta que Jabareen y sus colegas quieren establecer una "Palestina limpia" de judíos en Judea y Samaria, pero exigen que Israel renuncie a sus símbolos, su bandera, su menorah y sus fiestas judías nacionales y se convierta en un estado "de todos sus ciudadanos". Su argumento se basa en la Resolución 181 de la ONU, que habla del establecimiento de dos estados, uno árabe y otro judío. Según Jabareen, se supone que una constitución de dos estados "da a los miembros de la minoría opuesta iguales derechos y protección bajo la ley". Pero de acuerdo con esa cita, la igualdad se aplica solamente a "cada persona" y no da legitimidad a organizaciones separatistas en el otro estado, cuyo sistema de creencias hostiles llama a abrazar.

En efecto, "La visión futura de los árabes palestinos en Israel", un manifiesto de 2006 traído a nosotros por el Comité Nacional de los Responsables y Autoridades Locales Árabes en Israel, y cuyo capítulo legal redactó Jabareen escribió, exige "su separación como grupo, su autonomía, su carácter nacional palestino en todos los aspectos de la vida en el estado", así como una demanda de igualdad forzada y una influencia en el cuerpo principal de gobierno en Israel y en sus instituciones, mucho más allá de su representación demográfica.

Leerlo para creerlo

Los argumentos de la "Visión futura" y la carta de Jabareen son peores que las propias demandas. Es necesario leerlas para creer en ellas: se basan en que "los árabes de Israel, siendo una minoría 'nativa' que hay que proteger, deben beneficiarse de una acción afirmativa dada la percepción de que los árabes palestinos de Israel son los propietarios y los judíos los invasores, como resultado del colonialismo occidental", así como que "los judíos forzaron un carácter judío del estado y evitaron que los nativos oprimidos, y que poseen los verdaderos derechos, fueran capaces de llevar a cabo una actividad popular y una lucha pública".

Y eso no es todo: "La ciudadanía israelí obligó a los árabes a mantenerlos oprimidos", e "Israel previene intencionalmente el contacto nacional físico y espiritual con los palestinos de los territorios, imponiendo una cultura de la ocupación y tratando a los árabes como un grupo étnico minoritario, y no como la única minoría árabe nacional". Por lo tanto, concluye Jabareen, "el liderazgo árabe israelí rechaza un Israel judío y democrático, como un muro que evita que los árabes logren la igualdad".

Los documentos también rechazan el proyecto de ley del Estado-nación y llaman a "reconstruir las instituciones políticas, sociales y económicas de Israel convirtiéndolas en una democracia ordenada". El cambio, dicen los documentos, asegurará que "ambos grupos de naciones dentro del estado serán socios equilibrados en el gobierno", y para que exista un "lugar equilibrado en la mesa, los judíos dividirán los recursos, la tierra y la toma de decisiones y los símbolos nacionales con el órgano nacional elegido por los palestinos, incluyendo un veto mutuo". Bajo este acuerdo, los palestinos recibirían reparaciones, tendrían igualdad de derechos para trasladarse a Israel desde los territorios, los " 'refugiados domésticos' podrían regresar a sus ciudades y pueblos, y el Waqf musulmán y los lugares santos cristianos y musulmanes estarán bajo el control exclusivo de los palestinos".

Una relación de corta duración

Estas ideas unen a los diputados árabes ya sean ateos, comunistas y militantes izquierdistas radicales con aquellos que defienden la agenda islamista de Salah, a pesar del conocimiento de que la mayoría de la población árabe rechaza una regresión a las leyes, código de vestimenta y toma de posesión islamista. Esta asociación, no obstante, es de corta duración.

Pero la mayoría de los diputados árabes que realizaron un juramento de lealtad en el Knesset, incitan hipócritamente a promulgar esta agenda islamista, que amenaza también tanto a la Autoridad Palestina como a los estados árabes moderados. Apoyan a Hezbollah, al terrorismo de Hamas, a los disturbios, a la propaganda (Al Jazeera), al fomento del conflicto interreligioso en Al-Aqsa y a la condena internacional de Israel. Al hacerlo, también crean un antagonismo árabe con la cuestión palestina.

Es increíble: los representantes de la minoría árabe, que representa alrededor del 20% de la población, están tratando de que sus deseos se impongan sobre la sólida mayoría del 80% del país. Si los "nativos oprimidos" de la región del Triángulo de los pueblos árabes, "a quienes se les forzó la ciudadanía", desearan implementar su visión, podrían perfectamente unir sus hogares, sus tierras y sus bienes con sus hermanos de la Autoridad Palestina y construir su propio estado "nativo" mayoritario. Sin opresión, sin "apartheid". Pero los oprimidos se niegan a hacer eso. No quieren construir un estado, quieren destruir uno existente (y judío y democrático).

Hay también algunos que sueñan con la "resistencia" como término blanqueador del terrorismo. El golpe que los alborotadores de octubre de 2000 sufrieron reprimieron ese deseo un tanto. Si los diputados árabes y Salah logran provocar nuevos disturbios similares a los "eventos de octubre", sería una victoria pírrica para sus votantes.

Israel cometió un error cuando aceptó Umm al-Fahm de Jordania en 1949, y otra más cuando incluyó las aldeas alrededor de Jerusalén en el municipio. Una retirada y "transferencia a la futura Palestina" arreglaría esto. Sí, bajo el plan "Umm al-Fahm primero", Israel se retiraría - como hizo de Gush Katif en la Franja de Gaza - y trasladaría su frontera al término occidental de la ciudad. Al hacerlo, Israel ayudará a hacer realidad la "Visión futura de los árabes de Umm al-Fahm".

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