Saturday, October 14, 2017

Siete senadores de los EEUU exigen a Israel el libre acceso al Kotel mientras el propio Departamente de Estado dice que no pertenece a Israel - Seth Frantzman



El 18 de septiembre, siete senadores estadounidenses enviaron una carta al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Esto viene en medio de una disputa sobre si debería existir una sección de oración igualitaria en el Muro Occidental. El domingo, según The Jerusalem Post, "las organizaciones judías estadounidenses le dijeron al primer ministro Benjamin Netanyahu que debería aclarar a los judíos de los Estados Unidos qué es lo que está haciendo para crear un espacio de oración igualitario en el Muro Occidental". Durante los últimos meses, líderes judíos estadounidenses han descrito el problema como una "bofetada en la cara" y una "crisis".

La carta es particularmente interesante debido al lenguaje y las suposiciones que utiliza. Asume que los judíos estadounidenses son sionistas. "La comunidad judía en los Estados Unidos es vibrante y diversa, y los judíos estadounidenses adoptan una amplia gama de identidades religiosas y seculares, al mismo tiempo que son comprometidos sionistas". Continúa diciendo que "le pedimos a [Netanyahu] que no aleje a estos comprometidos sionistas". Sin embargo, algunos de los seis senadores que firmaron la carta no son conocidos por hablar sobre su sionismo. Esto es particularmente cierto para el ex candidato presidencial Bernie Sanders, uno de los firmantes. Raramente habla sobre su judaísmo y ciertamente no habla mucho sobre el sionismo. Un artículo reciente en el Haaretz lo describió como "incómodo" hablando de ser judío. "Los judíos y el antisemitismo en particular se sintieron notablemente ausentes" de un discurso que pronunció sobre los grupos que enfrentan al racismo bajo Trump.

Lo más interesante que dice la carta es que los senadores están "muy preocupados por la reciente decisión del gobierno de Israel de congelar un plan ampliamente acordado para establecer un espacio de oración igualitario en el Muro Occidental". La carta habla sobre la "gestión" de una "plaza superior detrás de las zonas de oración cerca del muro". La carta está dirigida al Primer Ministro en el "3 Kaplan Street, Jerusalén... Israel".

Sin embargo, el Departamento de Estado de los Estados Unidos no considera que ese lugar judío esté en Israel. En mayo, cuando Trump estaba a punto de visitar Israel, "el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, y el asesor de seguridad nacional, HR McMaster, se negaron a responder claramente a  preguntas sobre si pensaban que el Muro Occidental era uno de los lugares más sagrados del judaísmo". Y es que el Monte Herzl, la Knesset y el Kotel no son vistos como "Israel" porque según el Plan de Partición de 1947 aprobado por la ONU estaban en un territorio "internacional" y su "estado final" no se ha determinado.

Ya en 1962, los EEUU incluso trabajaron para alentar a otros países a no mover sus embajadas a Jerusalén. "Como consecuencia de esta política, cuando el Departamento de Estado se entera de que un gobierno está contemplando por primera vez el establecimiento de una misión diplomática en Israel, informamos a ese gobierno sobre los antecedentes históricos de las actitudes de las Naciones Unidas hacia Jerusalén, y expresamos la esperanza de que, en deferencia a las actitudes de las Naciones Unidas, su misión se establecerá en Tel Aviv, donde se encuentran la mayoría de las otras misiones", señala un memorando del Departamento de Estado.

Por ejemplo, una condena de julio de un ataque terrorista afirma que ocurrió en "Jerusalén" y no en "Israel", aunque el comunicado de prensa provino de la embajada estadounidense en Israel, que se encuentra en Tel Aviv. El hecho de que la embajada no esté en Jerusalén es el símbolo más claro de que los Estados Unidos no lo reconocen como parte de Israel. La Corte Suprema de los Estados Unidos también ha dicho que los estadounidenses nacidos en Jerusalén no pueden poner a "Israel" como lugar de nacimiento en los pasaportes. "El tribunal dictaminó por 6-3 que el Congreso superó sus límites cuando aprobó la ley en 2002. Habría forzado al Departamento de Estado a alterar su política de larga fecha de no incluir a Israel como el lugar de nacimiento de los estadounidenses nacidos en Jerusalén", según señaló el Times of Israel.

Dado que el status quo de Jerusalén es tan delicado y que los Estados Unidos ha instado a Israel a no cambiar el status quo con respecto al Monte del Templo, es interesante observar como unos senadores estadounidenses alientan cambios en el Kotel, lindante con el Monte del Templo.

Entonces, si unos funcionarios estadounidenses han señalado desde hace tiempo que el Muro Occidental no está en el territorio de Israel, desde el punto de vista de los Estados Unidos, ¿por qué unos senadores de los Estados Unidos urgen a Israel a realizar cambios en el Kotel? El consulado de Jerusalén (conocido como el Consulado General) ha manejado específicamente las visitas políticas de Estados Unidos a Jerusalén, Cisjordania y Gaza, debido a las diferencias entre la embajada de Tel Aviv y el estatus especial de Jerusalén.

Los senadores conocen bien la naturaleza sensible de Jerusalén. Han votado sobre resoluciones que marcan 50 años desde la guerra de 1967 y otros asuntos, como mover la embajada de los Estados Unidos. Algunos de los senadores que firmaron la carta a Netanyahu figuran entre las voces pro-israelíes en el Senado. El Senador Benjamin Cardin apoyó un proyecto de ley contra el BDS, por ejemplo. El senador Ron Wyden también lo respalda , al igual que el senador Richard Blumenthal. Sin embargo, la senadora Dianne Feinstein ha sido mucho más crítica con lo que denominó la "brutal política de captura de tierras" de Israel.

Entonces, ¿por qué los senadores de Estados Unidos buscan cambiar el status quo en Jerusalén cuando el Departamento no ve al Kotel como parte de Israel? ¿No deberían esperar hasta que se determine el estatus final antes de ordenar a Israel realizar ciertos cambios en el Muro Occidental? Tiene sentido exigir libertad de acceso religioso en línea con la propia visión del Departamento de Estado de la libertad religiosa, pero adentrarse en las minucias de gestión de una plaza parece ir más allá de la política estadounidense. Es cierto que sus electores judíos americanos tienen ciertas demandas sobre la oración en Jerusalén. Sin embargo, uno se pregunta si pedirían a Arabia Saudita que cambie las reglas de género para adaptarse a las demandas islámicas locales de los EEUU, o si los católicos estadounidenses solicitan cambios en el Vaticano. Al menos en esos casos, las áreas en cuestión se ven como parte del país.

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