Saturday, January 20, 2018

La anexión de Cisjordania conduciría a una guerra civil sin fin - Gadi Taub - Haaretz



Durante años, la izquierda israelí, incluido yo mismo, afirmó que habría una mayoría árabe entre el río Jordán y el mar Mediterráneo en un futuro muy cercano. Y posteriormente, que si nos rendíamos al sueño de un Gran Israel, Israel no podría seguir siendo judío y democrático. Sin una mayoría judía, tendríamos que elegir entre dos opciones no sionistas: el apartheid judío o una democracia no judía.

Este argumento es algo formalista, ya que la realidad es menos geométrica. No está nada claro cuándo llegaría ese momento decisivo de una anexión formal, y cuándo exactamente nos veríamos obligados a hacer esta elección definitiva entre el apartheid y una democracia no judía. Es posible continuar viviendo en la incertidumbre por un largo tiempo, con un régimen militar en los territorios que siempre se consideraría como temporal. Probablemente no podamos hacerlo para siempre, pero posiblemente podría durar décadas.

Y por supuesto, la opción de una democracia no judía que es puramente teórica. Si hubiera una mayoría árabe aquí, habrá entonces un gobierno árabe aquí, que de acuerdo con un pronóstico relativamente optimista se parecería a la dictadura corrupta del presidente palestino Mahmoud Abbas. Pero es muy probable que sea mucho peor, algo así como el régimen de Hamas en Gaza.

Pero a pesar de la naturaleza formalista del argumento demográfico, y su gran influencia incluso en la derecha, su efectividad se derrumbó cuando resultó que el pronóstico era erróneo. En primer lugar, eliminamos a Gaza de la historia ya en el 2005. En segundo lugar, resulta que todo el argumento se basaba en cifras infladas proporcionadas por la Oficina Central Palestina de Estadísticas, y en importantes errores de investigación.

Resulta que las sombrías predicciones sobre una pérdida de la mayoría judía han sido refutadas una y otra vez. En un artículo del 6 de enero de 2015 en Mida, una web israelí de actualidad y opinión, el demógrafo Yaakov Feitelson enumeró hasta nueve veces en las que tuvo que posponerse la profecía de la pérdida de la mayoría judía.

Además, como señala el analista Yoram Ettinger, las tasas de natalidad árabes están disminuyendo y las tasas de natalidad judías están aumentando. Según Ettinger, el número de árabes en Judea y Samaria no es de 3 millones, tal como afirman los palestinos, sino de 1,8 millones, casi exactamente el mismo que el número de ciudadanos árabes de Israel (según la Oficina Central de Estadísticas de Israel en septiembre de 2017, sumando a los propietarios de tarjetas de residencia en el Jerusalén oriental, algo más de 300.000 ciudadanos) .

Los pronósticos optimistas de Ettinger son disputados por el ejército, entre otros, pero fueron adoptados con entusiasmo por la derecha, sectores de la cual están felices de declarar que no hay un problema demográfico. Este tipo de optimismo se había convertido en un viento de cola para la creación de asentamientos con derecho a evitar cualquier separación futura entre los dos pueblos.

Pero supongamos que aceptamos los números de Ettinger como hechos, ¿quieren decir que Israel podría anexionar con plena seguridad Judea y Samaria?

Apenas. Duplicar el número de ciudadanos árabes en Israel inclinaría decisivamente la balanza y haría de Israel un Estado binacional en lugar de un Estado-nación del pueblo judío. El peso político total de esta minoría, si se organiza de manera efectiva, podría alcanzar cerca de 48 de los 120 escaños de la Knesset. ¿Alguien imagina seriamente que el Estado judío continuará siendo judío con una especie de Lista Conjunta árabe que eclipsaría en tamaño a cualquier partido sionista?

Por otra parte, si hablamos de esa población árabe añadida a la minoría existente, una población sometida a un lavado de cerebro antisemita durante generaciones, podemos suponer que en comparación con los nuevos representantes que surgirían de ella la polémica diputada árabe Haneen Zoabi parecería "todo una defensora de la paz y la coexistencia". Y todavía no he mencionado lo que todo esto supondría para la economía de Israel.

Es sorprendente cómo la derecha, que se enorgullece de su realismo (justificado) en cuanto a las intenciones maliciosas de los palestinos con respecto al proceso de paz, de repente se hayan vuelto tan optimista sobre la posibilidad de una coexistencia cuando ve la posibilidad de la anexión. Este optimismo no tiene ninguna base en la realidad. A largo plazo, la anexión significa una situación bosnia.

Y es que entonces ni siquiera tendríamos tiempo de debatir entre "las virtudes de una democracia no judía versus un apartheid judío", ya que estaríamos demasiado ocupados luchando una interminable guerra civil.

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